Estudios sobre las Élites
Director
Dr. Gustavo Motta
Integrantes
Dra. María Bargo
Lic. Ezequiel Orso
Dentro del amplio campo de estudios sobre las élites encontramos, por un lado, los clásicos y las reconceptualizaciones contemporáneas (Mosca, 1923 [1896]; Pareto, 1978 [1923]; Mills, 1987 [1956]; Endruweit, 1979; Hoffmann-Lange, 2003 y Kaina, 2008). Esta línea de estudio centra su atención en la producción teórica y categorías analíticas capaces de dar cuenta del complejo entramado de poder que se construye alrededor de las élites. Por otro lado, existe una gran cantidad de producciones locales y regionales que abordan el fenómeno desde una perspectiva empírica, tomando como objeto a diversos tipos de élites (empresarias, políticas, tecnocráticas, religiosas, etc.) para intentar comprender las imbricadas redes de influencia y las formas en que sus miembros ejercen el poder. Para nombrar solo algunas líneas de investigación referidas a las élites económicas, tenemos trabajos sobre la relación Estado-empresarios, que ha sido estudiada en términos de la conformación de “ámbitos privilegiados de acumulación” (Castellani, 2006, 2008 y 2009), de la generación de “cuasi-rentas de privilegio” (Nochteff, 1994), de la problemática del desarrollo (Azpiazu y Nochteff, 1994; López, 2006), del endeudamiento externo (Basualdo, 1987), y del fenómenos de la captura estatal de la decisión pública a partir del arribo a posiciones estatales de élites por partes de miembros de la élite económica (Castellani y Motta, 2020); pero también lo ha sido desde una perspectiva histórica, por ejemplo durante el primer y segundo peronismo (Basualdo, 2005), la última dictadura cívico-militar (O’Donnell, 1978, Rougier y Schvarzer, 2005), la transición democrática (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004), y los años noventa y la postconvertibilidad (Viguera, 2000; Azpiazu y Schorr, 2006; Beltrán y Castellani, 2013; Beltrán, 2014; Castellani, 2016). En segundo lugar, los abordajes sobre historia empresarial, regional y de familias, entre los que se cuentan trabajos sobre las corporaciones más representativas de la elite económica argentina, como la UIA (Schvarzer, 1996; Dossi, 2010), la SRA (Palomino, 1988; Heredia, 2003), FAA (Lissin, 2010), CARBAP (Palomino, 1989), las del sector bancario-financiero (Sidicaro, 1988; Heredia, 2003), y otros enfocados a la historia industrial y empresarial (Dorfman, 1970; Guerrero, 1944; Schorr y Wainer, 2006). Por último, las investigaciones que se enfocan en los procesos de trabajo, biografías y géneros, por ejemplo, el aporte de Omar Acha (2011), centrado en la figura de Francisco Valsecchi, el de Guido Giorgi (2010), sobre la trayectoria individual de José Miguens, o el de Conti y Gutiérrez (2009), quienes hicieron lo mismo con dos empresarios de Jujuy, Manuel de Tezanos Pinto y Joseph de Alvarado.
En el campo de las percepciones públicas respecto de las posiciones de privilegio, incluso sobre qué se entiende por privilegio o poder, existe una serie de indicios basados en resultados electorales de las últimas dos décadas en un conjunto importante de países, que dan lugar a una hipótesis bastante mencionada en los círculos académicos y en espacios de socialización de analistas políticos, pero pocas veces estudiada en concreto. Nos referimos a que tanto desde la izquierda como desde la derecha el discurso anti-élite está creciendo y encuentra eco en considerables volúmenes de población en diferentes partes del mundo. Ahora bien, este rechazo a las élites parecería ir más allá de la histórica percepción de la desigualdad económica entre la mayoría de la población y la minoría que controla los medios de producción. Más bien parecería tratarse de una percepción de la elite que implica diferencias culturales y estilos de vida abismalmente diferentes y distantes. La élite, como la comprendieron los fundadores de la ciencia y la sociología política (Pareto, Mosca, Sorel, Schumpeter, Michels, etc.) abarca muchas más esferas que la económica: la prensa, el mundo del espectáculo, la ciencia, el deporte, el arte, etc., comienzan a aparecer ante los ojos de la población como élites o como parte de una elite. De este modo, el estudio sobre élites es relevante en tanto sus miembros y las entidades que dirigen se caracterizan por su capacidad de influencia en la arena política. Son productores privilegiados de sentidos, de preferencias, de valores, de identificaciones; producen signos de distinción, de aspiración, de metas vitales que atraviesas en amplios sentidos la vida en sociedad.
Por lo tanto, el área se propone como objetivos, en primer lugar, contribuir al campo sociológico a partir de la indagación sobre las tensiones, correlaciones y límites existentes entre las diferentes elites (empresarias, corporativas, políticas, religiosas, tecnocráticas), explorar sus conformaciones, sus procesos de cambio y reclutamiento, así como sus posicionamientos políticos en torno a cuestiones relevantes de la agenda nacional y regional. Por otro lado, se persigue comprender los procesos identificatorios, las valoraciones y percepciones de la ciudadanía sobre las élites, explorando los imaginarios que se construyen alrededor de lo que se considera “el poder”.