Identidades, Migraciones y Territorio

Directora
Dra. Karina Ciolli
 

La provincia de Buenos Aires, múltiple, heterogénea y plagada de contrastes, aún tiene el desafío de construir su propia historia, atravesada por complejos procesos
identitarios. Tal como sostiene Palacios (2013), el despliegue de la identidad bonaerense se ve limitado tanto por la fuerte presencia material y simbólica del Estado nacional como por la persistencia y fuerte pregnancia de sentimientos identitarios locales, que provocan el borramiento de la identidad provincial. Dentro del Programa de Estudios Sociales Interdisciplinarios (PROESI), el Área “Identidades, migraciones y territorio” se propone abonar a la construcción de los procesos sociohistóricos y culturales de la identidad bonaerense, y reconocer el aporte de las familias migrantes dentro de dichos procesos.
A lo largo del siglo XX, las desigualdades estructurales de la Argentina que configuraron un modelo espacial conocido como “centro-periferia” (Rotman, 1974) motivaron que muchas provincias del mal llamado interior expulsaran a gran parte de su población. Según datos del Departamento de Estudios Demográficos de la Dirección Provincial de Estadísticas, las migraciones internas han sido uno de los fenómenos que caracterizaron el crecimiento, la estructura poblacional y la distribución de la población en la provincia de Buenos Aires desde mediados del siglo XX.
Uno de los casos más paradigmático de este proceso de migración, fue el de la provincia de Tucumán que, en el marco del llamado Operativo Tucumán en el que se desarrolló el masivo cierre de ingenios azucareros (Ciolli, 2021) expulsó entre 130 mil y 200 mil personas a fines de la década del 60 (Ceballos, 2000; Giarraca et al, 2001). Tal como indica Ceballos (2000), el 73,1% de quienes emigraron lo hicieron hacia Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Según datos del INDEC de 1999, a fines de la década del 60 Tucumán fue una importante proveedora de mano de obra del Área Metropolitana de Buenos Aires, “contribuyendo a su crecimiento industrial” (INDEC, 1999, p. 27).
Nos interesa abordar estos procesos, porque están vinculados a conocer la configuración histórica, cultural y territorial de la heterogénea clase trabajadora bonaerense. Para profundizar este análisis nos proponemos realizar investigaciones en dos aspectos fundamentales. Por un lado, estudios que analicen el aporte de las familias migrantes al crecimiento industrial bonaerense, así como los saberes y trayectorias laborales puestas en juego en otros recorridos laborales; las experiencias de resistencia política y sindical que atravesaron y que transmitieron en sus nuevos lugares de emplazamiento; la socialización de mitos y expresiones simbólicas y culturales a su descendencia; y la participación en fiestas patronales en el lugar de origen, que activan procesos de reposición y activación de memorias obreras. Por otro lado, analizar los procesos de estigmatización y subalternización que sufrieron –y sufren– las familias migrantes y que se consolidan como procesos estructurales de fragmentación que atraviesa la clase trabajadora y que requieren ser abordados desde una perspectiva social, histórica y antropológica.
Si bien la heterogeneidad en el mundo del trabajo no es una novedad dentro de la historia del capitalismo (de la Garza Toledo, 2016), las ciencias sociales del trabajo se han dedicado mayormente a analizar los clivajes contractuales que derivan en fragmentaciones. Sin embargo, nos resulta interesante analizar los procesos de estigmatización y subalternización que operaron para el desarrollo de fragmentaciones al interior de la clase trabajadora.
Con la emergencia de una masiva clase obrera desde los años 1930, Gino Germani (1968, 1973) la analizó a partir de sus clivajes y heterogeneidades, configurando
jerarquizaciones al interior de los sectores subalternos, a partir de una oposición en términos de una vieja clase obrera –expresada por el componente de inmigración
europea, con ideas europeas y modernas– y una nueva clase obrera –compuesta por migrantes internos, con ideas tradicionales y fuerte resistencia al cambio–. Esta
perspectiva teórica solidificó procesos de estigmatización respecto de trabajadores migrantes, a partir de un conjunto de atributos que integrados al sentido común se
erigieron como los elementos constitutivos de los mecanismos de subalternización (Soul y Vogelmann, 2013).
La perspectiva de Germani fue debatida por algunos autores como Murmis y Portantiero (2012) y Torre (2012), quienes en respuesta a este estudio plantearon una imagen homogénea, en término de relaciones de dominación y explotación y en cuanto a identidades políticas, de la clase obrera argentina. Grimson (2017), al recuperar dicho debate sostuvo que la diversa y heteróclita clase trabajadora argentina, en los orígenes del peronismo, constituyó una unificación identitaria frente a la ofensiva antiperonista que elaboró un mito de la argentina blanca y homogénea en oposición a denominaciones tales como: hordas, turbas, masas, lumpenproletariado, malevaje, malón, chusma, obreros, descamisados y negros. Por su parte, Gordillo (2020), retomando el camino abierto por Hugo Ratier (1972, 2018) sobre los estudios de racismo, realizó una recuperación del término malón –ligado al surgimiento del dilema C-B– como alegoría de la irrupción de las multitudes (sectores subalternos) que amenazan el proyecto del progreso nacional de la llamada argentina blanca. A diferencia de Grimson, Gordillo encuentra que dicho proyecto más que un mito, se constituye en una iniciativa territorial y de sensibilidad afectiva que está permanentemente acosada por la imposibilidad de su realización.
Desde la categoría de vulnerabilidad social, Grimberg (2008, 2009) analizó cómo se entraman relaciones de clase, género, de edad y étnicas en los procesos de subalternidad dentro de la construcción social de hegemonía. Más adelante, Trinchero (2000) recuperó la noción de estigma de Goffman (2006) para dar cuenta de las características desacreditantes y negativas –como los estigmas étnicos– que inciden y operan en las relaciones sociales en tanto mecanismo diferenciador de la clase trabajadora, dentro del proyecto civilizatorio de incorporación de las poblaciones originarias del chaco central a las relaciones capitalistas. Nos resulta central su perspectiva de recuperar la categoría de estigma para el análisis de las relaciones laborales y, específicamente, de las políticas de segmentación y diferenciación de la clase trabajadora por parte de las patronales en lo que llama los “estigmas patronales en el control de la fuerza de trabajo” (p. 335).
El análisis de los procesos de estigmatización y subalternización al interior de la clase trabajadora bonaerense permite desandar las raíces históricas que operaron
fundamentalmente en las familias migrantes que se asentaron en la provincia de Buenos Aires. El área “Identidades, migraciones y territorio” se propone estudiar esos procesos históricos, pero también aportar estudios interdisciplinarios que permitan identificar, en los diferentes territorios bonaerenses, los aportes –sindicales, culturales, económicos y de saberes industriales– de las familias migrantes, que nutren la identidad bonaerense.